Decálogo para pacientes reumáticos en verano
Todos los años al acercarse las vacaciones las dudas rondan nuestra cabeza: si podemos viajar a países exóticos, la medicación que nos tenemos que llevar, cómo protegernos del sol adecuadamente, el tema de las vacunas…
Lo que para unos es una desconexión y un relax total, para otros el simple hecho de hacer la maleta puede ser un verdadero quebradero de cabeza, algo que les ocurre a la mayoría de personas que padecen enfermedades crónicas como son las patologías reumáticas y autoinmunes sistémicas.
Para ayudarnos en la tarea, desde la Sociedad Española de Reumatología (SER), en el marco de la campaña “Ponle Nombre al Reuma”, en colaboración con la Dra. Cristina Macía (reumatóloga del Hospital Severo Ochoa) nos aconsejan mediante un decálogo que puede resultar muy útil para contribuir a nuestro descanso vacacional:
1.- Documentación:
Lo primero que nos recomiendan es llevar siempre un informe médico actualizado, y además, traducido si vamos a viajar al extranjero. Esto es muy importante en caso de que necesitáramos asistencia para que el personal que nos atienda conozca nuestro historial médico y tratamiento que tomamos.
2.- Vacaciones escolares:
En el caso de niños con enfermedades reumatológicas que vayan a campamentos o similares es importante, además del punto anterior, que los padres contacten directamente con los monitores para explicarles todo lo relativo a las circunstancias del niño y requerimientos especiales.
3.- La medicación:
Es imprescindible planificar los días que vamos a estar de vacaciones y cuánta medicación necesitamos llevar. No está de más portar una cantidad un poco superior de la necesaria por si hay algún problema inesperado (por ejemplo, si hace falta tomar más dosis por un brote) y llevar siempre la medicación con nosotros en cabina por si ocurriera una pérdida de equipaje.
4.- Vacunas:
Cuando el destino al que vamos a viajar es una zona que requiere vacunaciones especiales, debemos avisar con suficiente antelación al servicio de reumatología, ya que si estamos en tratamiento inmunosupresor (metotrexato, leflunomida, fármacos biológicos, etc.) hay muchas vacunas que tienen prohibida su administración de manera conjunta, y como son obligatorias para entrar en muchos países, puede ser necesaria documentación adicional que acredite el motivo por el que no se pueden poner algunas vacunas.
5.- Cuidado con el ácido úrico en verano:
Normalmente asociamos los brotes o el inicio de gota con la Navidad al estar expuestos a alimentos con alto contenido en ácido úrico en grandes cantidades. Sin embargo, en verano los mariscos, bebidas alcohólicas (también la cerveza sin alcohol), barbacoas con carne roja, etc. hacen aumentar nuestra ingesta de ác. úrico, es por ello que los pacientes que sufran de gota no deben bajar la guardia en verano.
6.- Conservación de medicación:
Muchos pacientes se administran tratamientos subcutáneos que en algunos casos deben mantenerse a una temperatura máxima de 25º. Por ello, si se planifica un viaje se deben controlar la temperatura en el traslado y también al almacenarlos. Una opción es transportarlos en una nevera con placas de hielo y después mantenerlos en un frigorífico y sacarlos 30 minutos antes de administrarlos. Es importante que nos informemos de las condiciones de conservación de los medicamentos que usamos.
7.- Síndrome antifosfolípido (SAF):
Los pacientes diagnosticados de síndrome antifosfolípido que vayan a realizar viajes largos en los que apenas puedan moverse se enfrentan a un riesgo aumentado de padecer una trombosis. Es por ello que deben comentarlo con su reumatólogo para que valore si es necesario añadir una dosis de heparina u otras modificaciones además de las recomendaciones habituales de hacer paradas cada 2 horas y caminar en caso de viaje en coche, o hacer ejercicios con las piernas y pasear por el pasillo si van a volar.
Información ampliada sobre viajar con SAF aquí
8.- Sequedad:
En los pacientes con Sjögren las altas temperaturas, el aumento de horas de sol y los aires acondicionados son grandes enemigos que empeoran la sequedad en ojos y boca que padecen. Para contrarrestar, es importante que aumenten la administración de gotas en los ojos y que eviten en la medida de lo posible exponerse a aires acondicionados potentes. También deben usarse gafas de sol de calidad y de un tamaño que cubra bien los ojos.
9.- El sol y la fotosensibilidad:
Algunos medicamentos que se usan habitualmente en Reumatología producen fotosensibilidad, es decir, que pueden aparecer reacciones cutáneas al exponerse al sol. Por norma general, tomando estos tratamientos de manera crónica, es recomendable usar cremas de factor total de calidad aplicándolas al menos 30 minutos antes de salir a la calle, renovarlas con frecuencia y evitar tomar el sol de forma directa.
10.- El sol en las enfermedades reumatológicas:
En algunas enfermedades (como el lupus) si los pacientes se exponen al sol pueden tener brotes que impliquen problemas a otros niveles más allá de las erupciones cutáneas. De ahí la importancia de seguir de forma muy rigurosa las recomendaciones del punto anterior y aumentar esta protección con ropa que cubra más la piel, gorras, sombreros de ala ancha o incluso sombrillas o paraguas.
Fuente original: Fundación Española de Reumatología